martes, 6 de octubre de 2009

Solo como Mindolo. ¿Y quién era Mindolo...? Gallardón

No se cumplió la corazonada. De hecho, Río de Janeiro rompió el corazón de Madrid. Algo así titulaban los periódicos españoles del día después de la decepción de Copenhague. Pero la pregunta es, ¿el corazón de Madrid es el único que se ha roto? Parece ser que el capitán del proyecto Madrid16, el alcalde Alberto Ruíz Gallardón también ha pillado lo suyo.

No seré yo el que defienda a este personaje que ha acumulado durante sus nueve años y medio de mandato en el ayuntamiento de la capital (ni dos legislaturas) más de 8 mil millones de euros de deuda, dándole de este modo a Madrid el honroso título de ciudad más endeudada del país. "¡Y lo bonita que se va a quedar la ciudad!". Este es el argumento al que los defensores del Faraón llevan echando mano desde que comenzó la búsqueda del oro de Moscú en la ciudad. Lo que no se sabe muy bien es cuando se va a demostrar esa belleza. Una deuda que hay que pagar de alguna forma, claro. Subir los impuestos es siempre lo más socorrido. Un impuesto de basuras, que varía desde los 25 a los 150 euros (al menos que yo sepa) basándose en no sé aún qué factores, se ha sacado de la manga el mago Gallardón. Y por supuesto, esta subida de impuestos es muy beneficiosa para el municipio y para nada afecta a las clases medias ni a las bajas, no como la espectacular y desorbitada subida de impuestos de Zapatero. Como siempre si lo hace Zapatero es un sacrilegio, pero si lo hace el PP es una maravilla política que busca única y exclusivamente el bienestar de los ciudadanos.

Pues con este percal, sin entrar en la manía que tiene nuestro alcalde de meterse constantemente en debates nacionales y en trifulcas dignas del dúo Pimpinela con la siempre sonriente Esperanza Aguirre, es bastante difícil ponerse de su parte. Pero lo cierto es que tras el fiasco de la candidatura a las Olimpiadas le han empezado a dar tortas por todos lados. Probablemente por haberselo tomado, como casi todo, como algo personal.

Es bien sabido que Gallardón no es líder en popularidad dentro de su partido. Aunque todavía no sé muy bien la razón: todo el mundo en España le conoce, de cualquier comunidad, y suelen decir "a mí ese hombre me gusta; no sé, parece más moderado". ¿Y qué define la moderación de un político? Pero esa es la situación. Así que, antes del fatal desenlace de la carrera olímpica todos eran Gallardón, todos eran uno grande y libre, pero, haciendo gala de esa habilidad que tienen de ensañarse con aquel que no les gusta, sobre todo de su mismo partido, ahora el alcalde es un estafador que ha tirado a la hoguera el dinero de los madrileños en un proyecto que estaba claro no tenía futuro.

Ese lado del PP, el más retrógado, rancio y radical, se ha mantenido agazapado detrás de los arbustos desde que Rajoy saliera reforzado del Congreso de Valencia, pero no han podido esperar más, y han aprovechado el momento político más débil de Alberto para desgastarle, y con suerte, mandarle al exilio. Eso sí, usando a los siempre fieles periodistas que en su momento quisieron cortarle la cabeza a Rajoy, luego se callaron y ahora de nuevo atacan.



Donde dije digo...

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